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Si tuviéramos que decir una parte de la anatomía femenina en la que los hombres se fijan más a menudo seguro que la mayoría escogen las tetas, porque unos buenos melones es lo primero que salta a la vista cuando miras a cualquier mujer que pasa por la calle con un buen escote. Y ellas saben utilizar estas dos armas de seducción desde que son guapas jovencitas para conseguir lo que quieren de los tíos; sólo así se puede entender la cantidad de dinero que se mueve en el mundo en operaciones de cirugía para ponerse unas tetas de silicona de tamaño XXL.
Esa fijación tan habitual de los hombres es la que obliga a las actrices porno veteranas a tener unas tetas grandes para que sus escenas sean más eróticas, ya que no se puede entender por ejemplo un vídeo de una oficina sin que aparezca como protagonista una secretaria viciosa que le quiera enseñar las tetas al jefe. Por esa razón vemos en el porno muchas veces orgías de mujeres casadas con una cantidad exagerada de pechos gigantes, aunque en realidad todo sea de plástico.
Lo más importante en estos casos no es si unas tetas son operadas o son naturales, mientras sean lo suficientemente grandes como para que una madura cachonda pueda hacer una buena cubana con sus tetas nosotros nos quedaremos satisfechos. Las tetas de silicona tienen la ventaja de que se mantienen firmes con el paso de los años hasta que las mujeres se convierten en abuelas, cuando esos dos implantes ya pierden su atractivo. En cambio unas grandes tetas naturales se van cayendo poco a poco, pero siempre da mucho morbo ver cómo le rebotan a una madre cuando es enculada a cuatro patas en la cama.