Comiendo las tetas duras de la anciana vecina

Después de un tiempo de intercambiar cuatro palabras en la escalera con la vieja del tercero surge una amistad entre la abuela y el joven estudiante. Los días pasan y un buen día la abuela invita al chico a merendar por la tarde en su casa. El chaval no se ve sorprendido cuando la vieja le mete mano en el paquete mientras trata de meterle la lengua en su boca. El estudiante disfruta porque la anciana tiene todavía las tetas duras y unos buenos pezones que chupar.