El escote de la jefa tatuada impide la concentración de sus subordinados

Si ya de por sí el cargo impone, imaginaros si tu superior es una madura de brazos tatuados, piercing en la nariz, y un escote por el que se intuye un buen par de melones. Cuando ella quiere explicarte algo del trabajo del día es muy difícil concentrarte con el cañón del colorado que tiene entre sus tetas. El joven becario de gafas no puede apartar la vista de sus pechos y la jefa disfruta haciéndolo sufrir mientras le da instrucciones. Ya dócil y sumiso el chico acata las órdenes de la madura tetona cuando le pide que le muestre lo que tiene entre las piernas y quizás le perdone su indiscreción mirando su escote.