El joven repartidor de pizzas es una presa fácil para la madura ninfómana

Sesentona divorciada vive la vida al máximo y hace ejercicio todas las mañansas con su entrenador personal para mantener la hermosa figura que tiene. Las arrugas de la cara la delatan pero sus bonitas y grandes tetas operadas y sus estrechas caderas todavía resultan infalibles para ligar con chicos bien jóvenes como el repartidor de pizzas. Así que ya casi como un ritual se tratase, los viernes por la noche pide su pizza cuatro estaciones y espera con su camisón semitransparente la llegada del joven motero con su encargo. Sus propinas no son con dinero, si el chico se presta ella le recompensa con una buena paja y una deliciosa mamada en el sofá con su boca y sus gruesos labios de chupona.