La vieja mujer de la limpieza tiene el cuarto del chico como una patena

Esta veterana mujer de sesenta tacos quiere cotizar los últimos años para su jubilación y una amiga de su hija le ha ofrecido hacer unas horas como empleada doméstica. La vieja encantada por la proposición ha aceptado el empleo y ahora por las mañanas limpia y hace la comida para esta familia. El único que queda en casa es el hijo, un chico de dieciocho que se levanta tardísimo y al que tiene que llamar la atención para poder limpiar su cuarto. Pero ha descubierto una forma de despertarlo sin broncas y sentirse doblemente pagada en este trabajo. La primera vez el chico no se despertaba y la vieja se sentó en su cama y empezó a acariciarlo suavemente por la pierna. Cuando se dio cuenta de que sus caricias habían tenido un efecto inesperado, ya que la polla del chico estaba tiesa como el asta de una bandera aprovoechó para satisfacer su coñito.